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REPORTAJE

De Ptolomeo al fondo del mar entre guerras, incendios y religiones

La antigua biblioteca tuvo un paso brillante pero fugaz y accidentado por la historia

Parecía que no iba a ser posible recuperar el símbolo de Alejandría, asolado una y otra vez por las barbaries del ser humano, desde las disputas romanas hasta los atentados del 11 de septiembre, que obligaron el año pasado a aplazar de nuevo la esperada reapertura de la Biblioteca de Alejandría.

No ha sido fácil aunar voluntades e intereses que permitieran encontrar la financiación necesaria para hacer realidad la idea que en 1974 tuvo el entonces rector de la Universidad de Alejandría, Mamdough Lofti Diowar, de resucitar la legendaria biblioteca de su ciudad.

No fue hasta 15 años después de la brillante idea cuando se convocó el concurso por el que en 1989 se concedió la construcción de la obra al grupo noruego Snohetta, que ha realizado la obra en colaboración con el arquitecto austriaco Christoph Kapeller.

Anunciada en un principio para el año 2000, la inauguración fue postergada a 2001 por retrasos en el proyecto, pero los atentados del 11-S y la posterior guerra en Afganistán obligaron a un segundo aplazamiento.

Iniciada su construcción bajo Ptolomeo I, hacia el 290 antes de Cristo y finalizada en el mandato de su sucesor, Ptolomeo II, la antigua Biblioteca de la ciudad fundada por Alejandro Magno tuvo un paso brillante pero fugaz y no menos accidentado por la historia.

Pasto de las llamas durante la guerra que enfrentó a Julio César y Marco Antonio en el reinado de la también mítica Cleopatra VIII, la biblioteca fue reconstruida para ser de nuevo incendiada en el 390 después de Cristo, en este caso por creyentes cristianos que la consideraban un baluarte de paganismo.

El general árabe Amr ibn Al As vino a continuación a echar abajo lo que quedaba en pie en el 642, y pese a que desde entonces los restos del edificio permanecen sumergidos, posiblemente bajo el mar, en algún sitio aún no localizado frente a la moderna Alejandría, su recuerdo nunca ha abandonado la memoria.