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Reportaje:CINE | Festival de Berlín

Nicole Kidman y 'The Hours' conquistan la Berlinale

El cine alemán entra con pie firme en el festival con la película 'Good bye Lenin'

La Berlinale ha entrado por fin en la órbita del cine con mayúsculas con la proyección de The Hours, un drama alrededor del mundo de Virginia Woolf, y ha brindado además un excelente producto doméstico, Good bye, Lenin, la primera de las tres películas alemanas a competición de este Festival de Cine de Berlín.

Tres mujeres -entre ellas Woolf-, de épocas y condición distinta, pero unidas por el libro Mrs. Galloway, son los ejes del segundo largometraje de Stephen Daldry, tras su debut con Billy Elliot. Los papeles protagonistas corresponden a Julianne Moore, Meryl Streep y Nicole Kidman, irreconocible con la prótesis nasal que la caracteriza como Virginia e igual de magnífica que sus compañeras.

Se trata de un compendio, más que de una película, que entra a saco, en temas como la depresión, el suicidio, la homosexualidad o el Sida. Aparentemente, cada una de las tres mujeres representa a tipos distintos, pero las conclusiones que extraen de su experiencia vital se cruzan y complementan entre sí. Kidman ha sido la única de esas tres actrices que se acercó a Berlín, acompañada de Ed Harris y el director, y ha reconocido que la película había tenido un papel fundamental para ella en un momento de su vida algo convulso -supuestamente, la ruptura con Tom Cruise-.

La jornada se ha completado con uno de esos productos que devuelven la confianza en el cine alemán. Wolfgang Becker, quien en 1996 ya sorprendió agradablemente a la crítica internacional de la Berlinale con Das Leben ist eine Baustelle, regresó al Festival con Good bye Lenin. El filme traslada al espectador, con un par de pinceladas documentales, a los últimos meses de la Alemania comunista, cuando la población perdió la paciencia y el miedo al Muro para salir a la calle al grito de "Nosotros somos el pueblo".

Filme sencillo e inteligente

Una madre, supuestamente una comunista modélica, cae en coma, del que despierta cuando su amado país ya no existe. La maquinaria reunificadora empieza con la operación limpieza de símbolos soviéticas y Coca Cola y McDonalds hacen el resto. La película de Becker es sencilla, tierna e inteligente, bien rodada y con magníficos actores -encabezados por Katrin Sass y Daniel Brüehl-. El cine alemán ha entrado así con bien pie en esta Berlinale, donde también compiten sus compatriotas Hans Christian Schmid, con Lichter, y Oskar Roehler, con Der alte Affe Angst.

El tercer filme del día fue Madame Brouette, del senegalés Moussa Sene Absa, única presencia africana a concurso. La suya es la historia de una mujer libre, en un mundo en que la violencia doméstica es el pan de cada día, tratada con absoluta simplicidad de medios y bajo el encanto de la luminosidad de las sonrisas, ojos y cuerpos africanos.