Nos pasamos el día hablando de lo que sucede en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y todavía no habíamos dicho nada de lo que le pasa a México con Fernando Savater. Carlos Fuentes es el emblema, pero él es la estrella de la feria, por aquí se pasea con sus gafas de colores y con sus ideas picudas, como decía Ángel Ganivet, su colega, y en cualquier rincón lo ves concediendo una entrevista, firmando un autógrafo o explicando la Ética para Amador o su pasión por los caballos, que son el sustento épico, y sentimental, de su última novela.
En su presentación de la biblioteca completa que ha empezado a publicar Ariel y en su encuentro con Fher, el líder de la banda mexicana Maná, el filósofo madrileño y de San Sebastián, que ha estrenado jubilación y premio -el Planeta-, y que tiene con México, desde hace siglos, la relación de un compadre, atrae a un público numerosísimo, que lo trata con la deferencia que se debe a un intelectual y con la devoción con la que los fans miran a las estrellas de rock.
Con Carmen Aristegui, la periodista mexicana más mediática, Savater parecía el mexicano y ella una periodista que viniera a hacerle una entrevista a un paisano, y en el diálogo con Maná no se sabía muy bien quien era la estrella del rock; con Carmen Arístegui contó por qué escribe, y cómo sus libros, algunos de los cuales son inencontrables pero se van a encontrar ahora, constituyen en definitiva su autobiografía de lector.
La Feria de Guadalajara tiene lugares para eventos fuera de la común, y Savater es fuera de lo común también aquí, así que su concierto con Maná se celebró en la explanada donde Arturo Pérez-Reverte compartirá escenario con los Tigres del Norte este miércoles. No es común mezclar artes -en España para eso nos la cogemos con papel de fumar-, pero esta es una de las señas, y de los éxitos, de esta feria.
No hay un solo joven de los que vienen aquí, y hay miles, que no sepan quién es Maná o quiénes son los Tigres del Norte. Y por esa vía llegan a Savater o a Pérez-Reverte. En el caso de Savater, además, no sólo hizo con Fher de contertulio sino que a veces fue él quien condujo la conversación. Fher le preguntó a Savater, por cierto, cómo se define filosóficamente, y el pensador respondió rápido, como suele. "Porque soy un ignorante", dijo. ¿Cómo así?, que dicen los mexicanos. Y siguió Savater: "Porque no soy un filósofo con mayúsculas, sino un intermediario. Un ignorante. Por eso explico bien, porque trato de saber. Y los sabios muchas veces no saben explicar las cosas".
No cantaron, pero la gente atendió como si fuera a bailar.
Por la mañana vimos otra vez a Savater, fresco como una lechuga, dispuesto a seguir una gira que le convierte en una figura sin par en esta feria de autores y lectores. Lo que es él, en todo caso. Un autor que devora libros.