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FÚTBOL / LIGA DE CAMPEONES

El Madrid se asegura el primer puesto de su grupo tras derrotar al Leeds (3-2)

El equipo blanco jugará contra un segundo en la siguiente fase

Con un arranque un tanto sui generis, el Madrid impuso finalmente su mayor nivel, condenando a los ingleses al segundo puesto. Ambos tenían asegurada de antemano la clasificación para cuartos de la presente edición de la Champions.

El partido comenzó con una mezcla de desinterés y apatía por parte de los jugadores. El Leeds llegaba con facilidad al área madridista, mientras los blancos se permitían lujos al borde del área. Igualmente fácil se lo ponían los ingleses a los de Del Bosque, si bien estos no llegaban con el mismo peligro.

Tanta apatía había en el ambiente, que el trío arbitral se unió a la fiesta con dos despropósitos que los jugadores de uno y otro equipo pudieron celebrar. Apenas comenzado el partido, Alan Smith recibía en clamoroso fuera de juego la asistencia que sirvió para estrenar el luminoso de Chamartín. Todavía lo celebraban los británicos cuando Raúl, compinchado con los linieres y con el árbitro, remataba de gancho, al más puro estilo Abdul Jabbar un centro de Figo desde la izquierda del ataque blanco. Gol con la mano y empate a tantos que debieron ser anulados.

A partir de aquí el partido se serenó un tanto y ambos equipos se dedicaron a jugar legalmente, inaugurando un periodo en el que, tras un arranque algo más brioso por parte de los ingleses, fueron los madridistas los que acabaron por imponer su mayor calidad. Al cabezazo de Smith a bocajarro a los brazos de César, respondió el Madrid con sendos remates de Raúl y McManaman.

Tranquilamente circulaba el partido hacia su mitad cuando, en una jugada extraña, tanto como el inicio del encuentro, Figo, en el minuto 41, acertaba a meter en la puerta rival, con la inestimable ayuda de un rarísimo bote, un inocente centro al que no supo responder un perplejo Martyn.

En la segunda parte el juego se desató. El peligroso Kewell, que volvió loco toda la noche a Geremi, dejó nada más empezar una serie de recortes para la galería, para después golpear flojo hacia la puerta defendida en esta ocasión por César.

Si por abajo la banda derecha flojeaba, por arriba Figo mantenía un intenso duelo con Matteo, el cual no le impidió asistir a Raúl para que éste, solo, estampara en el marcador el tercer gol madridista. Antes, Kewell había dejado un balón franco en la cabeza del australiano Viduka para que éste remachara el empate a 2.

Con el tercer gol, el Madrid se hizo definitivamente con el control del partido. A pesar de las llegadas de Viduka, que impactó un fuerte disparo en la escuadra, el marcador ya no se movería. Ni el ingreso de Munitis ni la aceleración que experimentó McManaman por la banda izquierda hicieron variar los guarismos del marcador del Bernabéu.

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