El tiempo de espera se terminó y Michael Jordan a sus 38 años ha vuelto de nuevo a la competición activa de la NBA para generar un gran número de expectativas que tendrá que ir respondiendo de acuerdo al rendimiento y aportación que tenga con su nuevo equipo de los Wizards de Washington.
Jordan, que necesitó cinco meses para decir oficialmente que volvía, ya no podrá vivir del pasado glorioso que construyó con los Bulls de Chicago, a los que les dio en trece temporadas seis títulos, sino que tendrá que hacer frente a la realidad de jugar con uno de los peores equipos de la NBA que en 13 temporada no han jugada ni una sola vez los playoffs. Tampoco tendrá a su lado jugadores de la clase de Scottie Pippen, Horace Grant o Toni Kukoc, sino jóvenes valores que todavía no han demostrado nada dentro del baloncesto profesional, por lo que, si no logra los éxitos que tuvo con los Bulls, nadie le va a quitar su condición de legendario.
Ante este panorama, la primera gran pregunta que todo el mundo se hace es por qué Jordan, que terminó de forma gloriosa y magistral su segunda etapa dentro de la NBA, ha querido comenzar de nuevo después de tres años de retirada y ser accionista minoritario de un equipo profesional. Jordan ha dicho que su vuelta no está motivada por dinero sino simplemente por "amor al baloncesto" y por demostrar que, a sus 38 años, puede volver a ser la súper estrella que dominó el baloncesto mundial.
Sus primeros argumentos no parecen convencer a muchos, especialmente porque si es tanto el amor que siente por el baloncesto podría haberse quedado con los Bulls para comenzar una nueva reconstrucción del equipo bajo la dirección del entrenador Tim Floyd, a quien públicamente cuestionó su falta de experiencia. Tampoco la disputa en los últimos días con la NBA para modificar el acuerdo que tenía firmado para los derechos de licencia de venta de productos parezca apoyar su declaración filosófica de vuelta "sólo por amor al deporte", que quedó plasmada en el comunicado oficial que ha ofrecido su agencia particular.
Los que conocen a Jordan aseguran que lo hace únicamente por el segundo argumento, demostrar una vez más a todo el mundo que es el mejor de todos, que puede superarlos en el campo y puede transformar a los Wizards de un equipo perdedor en ganadores con aspiraciones a estar en la lucha por el anillo.
Dicho con el lenguaje y la filosofía de Jordan, que vuelve porque quiere y porque siempre ha hecho lo que ha deseado dentro y fuera del campo, sin importar que algunas veces su imagen y comportamiento fuese cuestionado, como en el caso de su gran afición por el mundo de las apuestas.
Y es que Jordan ha querido dejar claro por qué vuelve. En los Wizards cobrará tan sólo un millón de dólares por temporada, el salario mínimo que se le puede pagar a un veterano. Además, donará el sueldo de su primer año a las víctimas de los atentados de Nueva York y Washington.
Dominador
Durante los cinco meses de preparación para volver a la competición Jordan ha dejado muy claro que no ha perdido ninguna de las cualidades que lo colocaron en la cúspide del baloncesto profesional y su condición física, y que algún problema con la tendinitis en las rodillas no le va a impedir dominar a sus rivales en los 82 partidos que dura la temporada regular.
Jordan quiere repetir con los Wizards lo que hizo con los Bulls, construir un equipo ganador y ha comenzado fichando a Doug Collins como nuevo entrenador, el mismo que tuvo al poco tiempo de llegar a la NBA procedente de la Universidad de Carolina del Norte. Collins, que había dicho que no quería entrenar más, aceptó el ofrecimiento de Jordan porque el ex jugador de los Bulls le "prometió" que podría contar con él como profesional en activo.
Desde que Jordan llegó a los Wizards el pasado 19 de febrero para ocupar el puesto de presidente de operaciones, su control ha sido completo y, aunque ahora tendrá que dejar el cargo, al menos en la apariencia burocrática, su presencia será todavía más determinante. Lo que no se conoce serán los efectos que podrá tener este exceso de protagonismo de Jordan dentro y fuera de la plantilla de los Wizards y cómo podrá encajar el factor derrotas, si como se esperan también pueden darse.
Al margen de la producción que Jordan pueda aportar a los 38 años en su segunda vuelta a la competición activa, tampoco se sabe cómo actuaran los jóvenes valores cuando tengan de compañero al jugador que ganó seis títulos de liga y está considerado como el mejor de todos los tiempos. Ex compañeros de Jordan con los Bulls aseguran que nadie dentro del equipo se atrevía a cuestionar las "reglas" que la súperestrella habían impuesto dentro de la plantilla y mucho menos lo van a hacer jugadores que saben que no pasar el balón o no hacer lo que diga su nuevo líder les puede costar el puesto y el despido.
Jordan tiene en sus manos todo el poder deportivo de los Wizards y nadie dentro de la organización le va a cuestionar el modelo de equipo que quiere construir a su gusto. Los resultados serán los que al final vayan dando respuestas a las interrogantes que también ha generado una vuelta que, desde el pasado mes de abril y a pesar que dijo que había un 99,9 por ciento de que no volvería a jugar, estaba ya "anunciada", porque para Jordan el factor estadísticas y porcentajes no tienen el mismo valor que para el resto de los profesionales. Lo demostró en el campo cuando sólo necesitaba tener el balón entre sus manos para elevarse y en la última décima de segundo del tiempo reglamentario o de la prórroga anotar la canasta que dejase siempre a los Bulls con la victoria decisiva y se convirtiesen en la tercera dinastía en la historia de la NBA.
Puedes seguir Deportes de EL PAÍS en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.