Róbson de Souza, Robinho, se ha despedido de la afición del Santos en el estadio Vila Belmiro, marcándole dos tantos al Figueirense. El jugador brasileño de 21 años, que llegará a Madrid a finales de esta semana, ha jugado su último partido en el estadio del Santos, club con el que debutó en 2002, aunque no será su último partido en Brasil, ya que antes de viajar a Madrid tendrá que jugar contra el Paysandú en la ciudad amazónica de Belém el próximo miércoles.
Robinho marcó sus dos goles (uno de penalti) en una primera parte que fue un auténtico paseo para el Santos, que llegó al descanso ganando por 4-0. El equipo visitante reaccionó tras la reanudación y a punto estuvo de empañar la despedida del astro brasileño, aunque al final el Santos aguantó el 4-3 final.
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Al salir Robinho a la cancha para calentar, una muchedumbre de unas 500 personas, entre ellos niños, hinchas, reporteros y policías, rodearon al jugador. Gritos, flashes de cámara, luces y correría de aquí para allá. Con tamaño asedio, el jugador fue cargado en hombros por corpulentos escoltas hasta el centro del campo, donde se improvisó un cerco especial para permitirle terminar de calentar. "Estoy muy contento con esta fiesta. Espero retornar en breve", afirmó Robinho mientras arrojaba besos y se despedía de sus seguidores.
El fichaje más esperado por los madridistas partirá hacia España y será presentado en la capital el próximo jueves, e incluso podría entrar en la convocatoria para el primer partido de Liga ante el Cádiz. Su llegada a Madrid se podría haber adelantado si Robinho hubiera visto la tarjeta amarilla de la que estaba apercibido. Fiel a su estilo de juego, el delantero no vio esa cartulina y jugará su último partido del campeonato brasileño el próximo miércoles contra el Paysandú en la ciudad amazónica de Belém.
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