El empate que firmó el FC Barcelona ante el Getafe fue despedido con pañuelos en las gradas del Camp Nou y gritos de "¡Laporta, dimisión!". La primera 'pañolada' del año ha llegado ayer tras las recientes arengas del presidente del club, Joan Laporta, enervado por los "hipócritas y embaucadores que se hacen pasar por barcelonistas" y confunden a los buenos aficionados. Hoy, el entrenamiento no ha contado con la presencia de aficionados, que ayer, tan cabreados como el presidente, criticaron la pobre actuación de su equipo en los últimos partidos.
Ninguno de ellos ha podido acceder al interior de la sesión, pues el entrenador del Barcelona, Frank Rijkaard, no ha abierto las puertas de acceso para que el centenar de aficionados presenciaran la sesión de hoy. El primer equipo completó el entrenamiento y los aficionados sólo pudieron ver la sesión desde la Avenida Joan XXIII. Más tarde, Rijkaard ha explicado que, sencillamente, se había olvidado de abrir las puertas de La Masía.
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Las numerosas ocasiones y el poco acierto del Barcelona ayer terminaron crispando a la grada. Fue dueño del balón y hasta en 18 ocasiones llegó el conjunto de Rijkaard a la portería de Abbondanzieri, dos de ellos remates a puerta y tres que no terminaron en gol por dar en el palo. Las estadísticas del partido revelan una superioridad que no se vio reflejada en el marcador, pero no hubo suerte ni puntería, y el epílogo del parido dejó a una grada, la azulgrana, enojada pidiendo la dimisión de su presidente. La afición explotaba después de una temporada de altibajos.
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