Es noche cerrada en el Abierto de Estados Unidos. Lejos de la central y su viento, la pista 10 es un remanso de paz en medio del bullicio del último grande del año. En esa esquina del monumental complejo del torneo se escucha la respiración de los tenistas y sus quejas; se les toca casi con las manos mientras se pelean durante 3h 32m; y se ve cómo Juan Carlos Ferrero, que fue número uno mundial y que llegó a la final de este Abierto en 2003, remonta (1-6, 7-5, 5-7, 6-1 y 6-3) ante Pablo Andújar. Ahora, sin embargo, no es un hombre feliz, sino preocupado. La cita que le vio encaramarse hasta el trono del tenis asiste hoy a su doble lucha: están los rivales y está su cadera.
"A partir de la hora y media de partido, Juan Carlos juega con dolores", explica Antonio Martínez Cascales, su técnico de siempre. "Cuando esos dolores comienzan, él empieza a pensar. Es un tanto negativo", continúa el entrenador, que tanto le quiere. "Por ejemplo, al sentir esas molestias, empezó a hablar con todos los tenistas que conoce que se han operado de la cadera. Y claro, luego ellos le dicen: ¡Así empecé yo!".
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"Y lo que pasa", le continúa Ferrero, que ahora se medirá al francés Monfils y busca recuperar un sitio entre los 100 mejores; "es que la cadera me impide moverme al ciento por ciento. Estoy incómodo en la pista, y eso me hace estar más susceptible de lo normal, alterado por momentos. Encuentro golpes, otros no. Intento ir agresivo, porque a la contra voy fastidiado. En lo mental, se hace difícil. Estoy mentalmente muy tenso. No disfruto dentro de la pista. Estoy más pendiente del dolor".
Ferrero, que habló claramente de la retirada tras perder en el torneo de Madrid, sueña ahora con un nuevo comienzo, disfrazado de pretemporada, que le permita disfrutar de su deporte en 2012. El suizo Roger Federer, con el que tantas batallas ha compartido, jugaba en la central mientras él se batía en una pista perdida. Al actual número tres mundial el marcador le dijo que se había dado un buen paseo ante el colombiano Giraldo: 6-4, 6-3 y 6-2 en su debut en el torneo. El cinco veces campeón en Nueva York, sin embargo, cedió tres breaks en los dos primeros sets ante un jugador sin alcurnia y desaprovechó 11 oportunidades de rotura.
Esto es Nueva York. Unos compiten con dolor, como Ferrero. Otros, flotando, como Federer. Todos, sin embargo, luchan, muerden y pelean. Es la última oportunidad, el último grande del año.
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