A la media hora de comenzado el encuentro ya tenía el Pegaso, prácticamente, resuelto éste con dos goles, logrados ambos por la habilidad de sus autores, aunque ayudados en parte por el barro. El terreno ciertamente no se prestaba a ningún tipo de florituras, encharcado y con abundante barro por las inclemencias del tiempo. Peinado, por esta circunstancia, prescindió de Salagre y La Mana jugadores técnicos, y en su lugar dio entrada a los dos «tanques» de que dispone. Pavón y Daniel, hombres de gran corpulencia que se adaptaron perfectamente al mal estado del campo. Al lograr su segundo tanto. los pegasistas desistieron de sus fuertes acometidas iniciales y se dedicaron a contemporizar.Tras el descanso. el equipo riojano adelantó líneas en busca de aminorar distancias. La gran ocasión estuvo a los cinco minutos de este período cuando Torres derribó dentro de¡ área al extremo Uriarte, el mejor hombre visitante. Lanzó el máximo castigo Soroa, pero Tocón rechazó el disparo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de diciembre de 1976