Infinidad de cristales rotos, pequeños pillajes, carreras, lesionados, secuelas de la manifestación de siderúrgicos del pasado día 23, han movido a diversas fuerzas vivas a pedir que se prohíban las manifestaciones en el centro de París.Primero fueron algunos sindicatos de policías, luego las fuerzas de la extrema derecha y, posteriormente, con diversos matices, elementos de los partidos RPR (neogaullista) y UDF (giscardiano), integrantes de la actual mayoría gubernamental.
Los pequeños y medianos comerciantes del barrio donde se centraron los disturbios tampoco están dispuestos a ofrecer sus escaparates a las barras de hierro de los misteriosos autónomos, sean ultraizquierdistas, provocadores o policías, con el día tonto. Ya algunos del bulevar de los Italianos han propuesto que las próximas marchas tengan lugar en el bosque de Vincennes o en el de Bolonia.
Algunos de los tan traídos y llevados autónomos, entrevistados por el diario izquierdista Liberation, afirman sentir no haber hecho con la sede del diario L'Humanité (comunista) lo mismo que con las vidrieras de algunos establecimientos, dado que se encontraba en la zona de paso de la manifestación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de marzo de 1979