Estaba cantado que España iba a hacer el ridículo ante Inglaterra. Estaba cantado porque era previsible que una alineación con siete hombres destinados al marcaje solamente podía aspirar a tirar balones fuera. Kubala nunca ha sido partidario de los jugadores con clase y se ha inclinado constantemente por los trotones. El miércoles, en Barcelona, llegó al colmo al no incluir un solo creador en el centro del campo.En un momento en que Real Madrid y Real Sociedaa se disputan el título liguero, porque son los mejores, Kubala alinea a un madridista y a dos donostiarras. En un año en que el Athlétic de Bilbao se debate en la mediocridad, el seleccionador nacional incluye a cuatro hombres. Del Spórting, el tercer equipo del momento, Kubala únicamente escogió a Uría, un hombre en declive y cuya titularidad en su club es circunstancial.
Los defensores a ultranza de Kubala tendrán que inventar nuevos argumentos para defenderle. Y cualquier teoría que se exponga no podrá tenerse en pie. Kubala lo ha puesto imposible para sus amigos.
La selección española juega cada vez peor, y en cuanto se enfrenta a un adversario mínimamente organizado descubre al instante todos sus errores tácticos y técnicos. Lo peor de la derrota frente a Inglaterra es el modo cómo se produjo. La sensación de impotencia fue total; la superioridad inglesa, absoluta. Lo de los ingleses es un juego llamado fútbol; lo que monta Kubala no se sabe qué es.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de marzo de 1980