El gran novelista alemán, en zanjar, y ganar, un pleito que mantenía contra un comentarista de televisión que le había calumniado. El periodista había acusado al famoso autor de Opiniones de un payaso de simpatizar con los terroristas alemanes. Según aquél, Boell había calificado el Estado de derecho, contra el que se dirigía la violencia terrorista, de estercolero, para añadir que sólo quedaban «restos de poder putrefactos que algunos se empeñaban en defender con rabia de ratas». Dos tribunales, uño de Karlsruhe y otro de Colonia, en la República Federal de Alemania, han decidido que en las intenciones del premio Nobel de Literatura jamás hubo esas muestras de apoyo al terrorismo. Según el fallo del primero de los tribunales citados, el derecho a la libertad de expresión tiene sus límites, y no es lícito servirse, como hizo el comentarista, de citas falsas o tergiversadas para calumniar a una persona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de julio de 1980