Transmisión televisada de pruebas de atletismo desde Moscú. El comentarista anuncia que en brevesminutos harán su entrada en el estadio los marchadores de la prueba de 50 kilómetros. En esos momentos, el español Llopart va en segunda posición. Puede haber medalla de plata, como,se confirmaría más tarde. Es la primera medalla del atletismo español y una de las más meritorias de las pocas obtenidas en la historia de las Olimpiadas. Mientras tanto, un polaco va a intentar un nuevo récord del mundo en salto con pértiga.Bien, es el momento oportuno. Televisión da por finalizada la transmisión. ¿Desprecio a la audiencia? No; sólo una muestra más de incompetencia, de falta de profesionalidad. Estos hechos, por habituales, empiezan a tener la virtud de no indignar. Unicamente producen un sentimiento de bochorno y vergüenza ajenos./
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de agosto de 1980