Desde ayer, el principio, al menos, de la liberación de los rehenes americanos de Teherán puede considerarse como un hecho. Así, al final de cuentas, el presidente Carter habrá ganado la apuesta que había hecho, lo que aumentará sus posibilidades de ganar las elecciones de mañana. ( ... )De ahora en adelante, todo podría ir más rápido, pues Carter, de un lado, y los dirigentes iraníes, del otro, tienen un idéntico interés en un acuerdo rápido. Para el presidente saliente, la cosa es evidente: ¡qué éxito para él poder anunciar públicamente, antes del cierre del escrutinio, mañana por la noche, la liberación efectiva o próxima de los rehenes!
Pero también es verdad para Jomeini, Banisadr y el equipo en el poder en la República islámica. Saben que el valor de cambio de los americanos que retienen desde hace un año disminuirá bruscamente desde el 5 de noviembre.
Hasta el día 4, Carter estaba dispuesto a pagar lo que fuera para su liberación; después, él mismo o más verosímilmente, su sucesor, Reagan, serán más cautelosos. Podrían estudiar otras soluciones mucho más duras, que podrían llegar hasta el empleo de la fuerza.
Todo esto los irarlíes lo saben.
, 3 de octubre
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de noviembre de 1980