Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Misión de la Luz Divina

Uno puede andar por la vida con dos actitudes diferentes: fijándose en lo negativo de las personas y de las situaciones o, al contrario, sabiendo ver en todo algo positivo.A mí, hace ocho años, alguien me invitó a asistir a una conferencia dada por un miembro de la Misión de la Luz Divina. Asistí, y tenía dos opciones: quedarme en lo exterior, en la vestimenta y aspecto tanto del conferenciante como de las personas que le rodeaban, muy contrarias a la mía, que pudiéramos definir como más clásica en el ambiente folklórico, o bien dejar llegar a mi corazón aquello que mi corazón estaba deseando oír y recibir. Así lo hice, y desde entonces tengo la experiencia más maravillosa que pueda tener un ser humano. La experiencia de vivir, de sentir la Vida, con mayúscula. Pasé de ser un hombre oscuro, triste, sin horizontes, a un hombre claro, alegre, con un horizonte infinito. Feliz, en un tiempo en que esta palabra empieza a sonar rara. Y no me

Pasa a página 12

Viene de página 11

paro a pensar si un miembro de la misión comete algún hecho delictivo o si la misión se dedica a actividades lucrativas. Son cosas muy de este mundo, no demasiado importantes. Me interesa más el reino que enseñaba aquel que un día dijo: «Mi reino no es de este mundo». /

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 10 de julio de 1981