Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

La estética intemporal de Adolfo Estrada

Nacido en Estados Unidos el año 1927, pero criado y formado artísticamente en España, Adolfo Estrada no se adscribe a ninguna tendencia o movimientos concretos de nuestra pintura contemporánea. Conoció, sin embargo, en su juventud, la ebullición renovadora del Santander de la posguerra, donde, por un tiempo, la revista Proel, la Escuela de Altamira y la Universidad Menéndez y Pelayo crearon la ilusión pasajera de una posible vanguardia. Estrada, en efecto, no tuvo un compromiso explícito con aquellos grupos, pero sí aprovechó mucho de algunas de las personalidades que los animaban, entre los que hay que contar a José Hierro, José Luis Hidalgo, Julio Maruri, etcétera. Desde un pinto de vista pictórico, la influencia más honda la recibió del genial Pancho Cossío.Al salir el nombre de Cossío, enseguida se nos sugiere las buenas maneras de la mejor escuela de París y una sensibilidad refinada personalísima. Ambas cualidades perviven en Estrada, aunque lógicamente transformadas en un mundo muy diferente, que se aproxima mucho más a un realismo cotidiano de carácter mágico-poético. Estrada pinta paisajes, bodegones, desnudos e interiores, donde la mujer, como una delicada sombra evanescente, es casi siempre protagonista. Pero pinte lo que pinte, lo más singular en Estrada es la atmósfera cromátIca etérea, suavísima, tamizada siempre por la luz, que apaga los tonos. Maneja con maestría los blancos, los grises, los azules, con infinidad de matices y combinaciones.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de diciembre de 1981