«Cataluña y el catalanismo no son una maquinación antiespañola ni el arma de una clase social, aunque alguna vez se haya utilizado en este sentido. Cataluña no es un programa electoral, una ideología, una moda ni una táctica, sino una realidad milenaria que a veces podrá encajar mejor o peor en un marco o en una Constitución, pero que nadie se la ha inventado», dijo ayer Jordi Pujol, presidente de la Generalidad de Cataluña, en la conferencia que pronunció en el Círculo Catalán de Madrid, con motivo de cumplirse el 30º aniversario de esta institución.
A la conferencia asistieron, junto a varios diputados y senadores catalanes, el ministro de Administración Territorial, Rodolfo Martín Villa, y el alcalde de Madrid, Enrique Tierno. Pujol, que hizo un repaso a los tres últimos siglos de historia catalana en lo político, económico, cultural y administrativo, señaló en sus conclusiones que, junto a la existencia de una realidad catalana basada en la lengua, el sentimiento, la conciencia histórica y una determinada concepción de España, los catalanes veían «una inserción clara de esta realidad en España y una voluntad clara de intervenir en ella». A este respecto, el presidente de la Generalidad señaló una anécdota de los momentos en que, en 1918 y 1921, Cambó decidió que había que intervenir en el Gobierno de la nación. «No les aconsejo ningún paralelismo, porque les he dicho que esta es una conferencia sobre los valores permanentes, y perderían el tiempo buscando analogías», dijo Pujol.El presidente de la Generalidad manifestó que no se le ocultaba que esta doble realidad de una Cataluña como hecho diferenciado y de una España «dentro de la cual está Cataluña de verdad» tenía dificultades derivadas del desfase económico y social, y discrepancias, aunque señaló que «la necesidad del desarrollo español es una necesidad egoísta de Cataluña».
Ministro y buen amigo de Martín Villa
Pujol se dirigió al ministro, «y a pesar de ello buen amigo», Martín Villa para expresarle determinados desacuerdos. «Queremos que se respete la autonomía de Cataluña», dijo, «y al mismo tiempo que el Estado no cruja. Sabemos que hay dificultades, y pensamos que el desequilibrio a favor nuestro a la larga nos perjudica, por lo que queremos colaborar a superar estos temas».
Jordi Pujol terminó señalando que Cataluña reclama «instituciones políticas propias que eviten el fraccionamiento político-administrativo del país», se llamen diputaciones, mancomunidades o Generalidad.
Al principio de su conferencia, el presidente de la Generalidad manifestó que «es responsabilidad principal mía consolidar la línea a veces altamente quebrada del autogobierno catalán», e hizo especial hincapié en la necesidad de consolidar la democracia en España. Asimismo expresó su convencimiento en la necesidad de que los catalanes expliquen al resto de España lo que son, «aunque a veces es difícil y hacemos como los fumadores, que dicen "voy a dejar de fumar", y luego interrumpen su actuación».
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de diciembre de 1981