La esperada asamblea nacional de la Democracia Cristiana italiana el partido de mayoría relativa del país, concluyó en la madrugada de ayer con una serie de decisiones concretas que, de ser aprobadas por el consejo nacional, podrán representar un cierto cambio dentro del partido del poder.La primera decisión fue la elección directa del secretario general por parte del congreso, y no del consejo nacional, como se hacía hasta ahora, con la excepción de Benigno Zaccagnini.
Esta elección por parte del con greso será ahora más importante, porque se decidió que el 10% de los llamados externos, es decir, personalidades que no tienen el carné del partido, pero que se inspiran culturalmente en la Democracia Cristiana, puedan participar con pleno derecho en el próximo congreso nacional.
En el debatido tema de las legendarias corrientes internas del partido o grupos de poder se ha llegado a un compromiso. No desaparecerán en cuanto agrupaciones que mantengan un pluralismo dentro del partido, pero deberán desarticularse como "organizaciones de poder".
Después del clima de derrota y desaliento con que había empezado esta asamblea nacional preparatoria del congreso, el ambiente se caldeó gracias a dos intervenciones vibrantes: la del "mágico Zaccagnini", ex secretario del partido, y la del joven ministro del Tesoro, Beniamino Andreatta, quien dijo: "Quiero un partido menos confesional y más laico".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de diciembre de 1981