un jardinero escocés de 34 años, acusado de haber robado más de setecientos coches, se disculpó ante el tribunal confesando que sentía una "sensación de goce espiritual al conducir". Y añadió que, mientras otras personas van a la iglesia cuando tienen problemas, él comenzó a robar coches cuando fracasó su matrimonio. "Para mí", dijo, "conducir es una religión". Por su parte, el abogado defensor hizo ver al tribunal que su cliente cuida mucho los automóviles robados y que nunca vendió o hizo daño a ninguno. La sentencia, simplemente, fue aplazada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de enero de 1983