La casa Opel acaba de presentar un modelo nuevo, el Opel Junior, que es una menudencia de coche, una pizca con ruedas. Los asientos se desmontan y se convierten en sacos de dormir. La radio y el reloj despertador también son transportables y puedes llevártelos a casa. Es como un hogar en miniatura: sólo falta un hornillo portátil para poder hacerte un café o un comistrajo. Hornillo que, brindo la idea, podría improvisarse con el encendedor del auto. Los publicitarios de la Opel, dicen que es una visión realista del coche del futuro.Los publicitarios y los técnicos de marketing son los sucesores del augur. Su misión consiste en adivinar las necesidades venideras de la gente, o en inducirlas. Ni más ni menos que el sumo sacerdote del pasado. Sólo que antaño se leía el porvenir en las vísceras de los animales y ahora en las entrañas de las cuentas bancaria;.
De modo que si los publicitarios ven el futuro así, estamos listos. Se acabaron los ensueños de coche y vida grande, de lujo progresivo. La Opel nos ofrece un mañana espartano, un modelo para.los sin tierra y los sin techo. Son las consecuencias de la crisis. Más que una visión realista, es neorrealista, con aroma a coliflor, a ropa tendida y melodrama.
La verdad es que el futuro se nos ha quedado chico, se ha encogido como una de esas prendas compradAs en rebajas que pierden la compostura y la talla con el primer lavado. Y no es sólo un estrechamiento de dinero. Suspendo un momento en el aire mi dedo de escribir a máquina y me digo a mí misma que la granada es una fruta que estalla y que vomita pepitas rojo sangre. Que el conductor suicida que reventó a los marines en Líbano sonreía, letal y horrible imbécil. Que entre unos y otrosnos van a convertir la tierra en un acerico de misiles. (Nota: acordarse de enviar un mapamundi a Moscú pikra que no vuelvan a confundir la Granada caribeña con la Granada hispana, por si las moscas y las bombas.)
Los augures de la Opel se han quedado cortos de diseño. Quizá el próximo automóvil del futuro esté acolchado en rasos y luzca una cruz pirograbada en la capota. Quizá sea un coqueto y utilitario catafalco. Para poder morir con los coches puestos, hijos de nuestro tiempo, héroes de asfalto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de octubre de 1983