Orquesta Sinfónica de RTVEDirección: Heinz Walberg. Violinista: Silvia Marcovici. Obras de Mozart y Schubert.
Teatro Real. Madrid, 15 y 16 de noviembre.
Aunque Heinz Walberg es un maestro serio, cuyas versiones alcanzan un nivel medio considerable, el mayor atractivo del último concierto de la Sinfónica de RTVE residía en la actuación de la rumana Silvia Marcovici, una violinista fuera de posible clasificación.
Hace años nos visitó por vez primera. Era entonces jovencísima, pero venía cargada de premios y éxitos. Extraordinariamente dotada, posee Marcovici un sonido de gran belleza e irresistible mordiente, una afinación espléndida, un arco admirable -largo, seguro-, y un virtuosismo que parece ría de leyenda si no fuera tan natural y espontáneo como para alejar cualquier idea de esfuerzo. Por si todo ello fuera poco, la fuerte musicalidad de la Marcovici no deja lugar al convencimiento, pues antes nos ha ' vencido por completo. No queda entonces sino un único juicio: el aplauso entusiasta.
Que el Mozart de Marcovici-Walberg fue bueno y hasta esplendoroso se me antoja tan cierto como inútil plantearse ante él problemas de autenticidad histórico-estilística. Nos llegó vivo, rezumante, como si los pentagramas mostraran aún el frescor de la tinta. ¿Qué más se puede pedir? Ahora bien, dadas las características de Marcovici, por esta vez habríamos preferido oírla en un concierto de gran calibre virtuosístico y caliente pasión romántica.
Walberg, en la Sinfonía Haffner, hizo sonar bien a la orquesta. No fueron igual las cosas en la Sinfonía en do, de Schubert, tan hermosa como plena de contenido, y tan difícil de resolver si no se dispone de un número de ensayos muy superior al habitual. De todos modos, la obra se escuchó con sosiego y con encantamiento al que no fueron ajenas intervenciones solistas tan estupendas como la del óboe Jesús Meliá.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de noviembre de 1984