A raíz de la publicación del reportaje sobre educación en el colegio Pau Picasso, de Terrassa, han aparecido varias cartas criticando aquella experiencia educativa que me gustaría comentar. No me parece mal que los firmantes se muestren contrarios al trabajo de aquellos educadores, pues todo el mundo tiene la libertad de criticar lo que no le gusta, pero me sorprenden sus argumentos.La señora Pantoja afirma que los maestros deben ser obsesos sexuales y que los niños son niños cobayas. Por la misma regla de tres, podríamos decir que un profesor de matemáticas es un obseso matemático o que uno de ética es un obseso ético. En la misma línea catastrofista habla de los niños como víctimas de las obsesiones sexuales de los maestros, y eso, en mi opinión, es entrar de lleno en el insulto personal, argumento a todas luces poco convincente ante cualquier tema.
A la señora Prado le preocupa que no se haga referencia alguna a la ética moral en el tema de la educación sexual. Yo me preguntaría si la ética o la moral son exclusivas del tema sexual, como sucedía en el pasado, o si deben regir cualquier tipo de actividad humana. Otro aspecto de la carta de la señora Prado que me interesa comentar es la preocupación que le causa la falta de antecedentes en "experimentos" como el de la escuela Pau Picasso. Tal vez le convendría reflexionar sobre el oscurantismo en que ha sumido a este país la enunciación de frases tan célebres como "que inventen ellos".- Ferrán Marco Vuñés.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de noviembre de 1984