Tengo serias dudas de que en esta ocasión, como en tantas otras, el tema que voy a tocar tenga favorable acogida por parte de usted y decida publicarlo, a pesar de lo cual no resisto la tentación de poñer de manifiesto algo que para mi es aberrante. Me refiero a la información que daba EL PAÍS en la que se podía leer que la Iglesia (católica, por supuesto) recibirá del Estado "casi 12.000 millones de pesetas". Con respecto a esta noticia, tengo que decir dos cosas:
1. En la medida en que soy ciudadano fiel con mis obligaciones con Hacienda, siento una gran decepción por la generosidad que los Presupuestos Generales del Estado dispensan a la Iglesia (católica, por supuesto).
2. Yo no sólo no necesito los servicios de tal colectividad, sino que incluso los detesto; razón más que poderosa para no admitir el pago de un servicio que yo no he solicitado.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de diciembre de 1984