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Miguel A. Torres,

enólogo español, disertó el pasado domingo en Santiago de Chile sobre el futuro de los vinos chilenos, mientras varias botellas con los caldos a que se refería eran enterradas en una confitería para que sean bebidos en el año 2000. Dio fe del curioso enterramiento el notario Samuel Fuchs, quien certificó, además, la colocación de un libro de oro y un pergamino firmado por autoridades e invitados presentes en la ceremonia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 11 de junio de 1985

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