La Navidad tiene este año un especial significado para los 30.000 católicos de Pekín. Su mayor templo, la catedral, cerrado desde hace 27 años para el culto religioso, se abrirá de nuevo este año para celebrar la misa del gallo. El templo, construido según cánones del estilo gótico germánico en 1887, fue confiscado por la Guardia Roja de la revolución y utilizado como almacén tras la fuerte persecución a la Iglesia después de 1958. La catedral y las otras dos iglesias católicas de Pekín pertenecen al movimiento Iglesia Patriótica Católica, que cuenta en toda la República Popular China con tres millones de miembros. Este movímiento es independiente del Vaticano y se mantiene al margen de las directrices del Concilio Vaticano II. En la fotografía, un obrero católico limpia uno de los bancos que han sido ínstalados para seguir la celebración de la misa, que será en latín.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de diciembre de 1985