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CARTAS AL DIRECTOR

Felicidades

Es Navidad. Hace días que tengo el teléfono estropeado, o quizá no. Tal vez sean los teléfonos de aquellos que me quieren los que no funcionan, o puede, sencillamente, que no recuerden mi número. También pueden haber llamado cuando no estaba en casa, pero ¡salgo tan poco ... !Es Navidad. Voy a pedir al vecino de al lado que marque mi número; así sabré si mi teléfono funciona. Llamo a su puerta, pero nadie contesta. Insisto. No hay nadie. ¡Bueno!, mañana no saldré de casa. Cuando. llamen, estaré. ¡Es tan desalentador que la persona a quien llamas no esté nunca! (Lo sé por experiencia).

Es Navidad. ¡Ring, ring ... ! El corazón me late. con fuerza. ¿Quién será?

-¿Sí?

-¿Armando?

-No, aquí no es. -¡Clik!

Ni tan siquiera se ha disculpado. Armando; ¿a qué se dedicará? ¿Que heroica proeza habrá realizado para ser requerido con semejante vivacidad? ¡Qué más da! Te envidio, Armando. Te envidio. Te envidio porque tu teléfono va a sonar, y no será por equivocación.

Estas líneas van dirigidas a todas aquellas personas que en el presente o en el pasado (ojalá nunca en el futuro) hayan vivido una situación similar. Valga esta carta para felicitar de corazón a estas gentes que, normalmente y por extraña casualidad, suelen formar parte de un grupo muy especial. ¡Felicidades!.- (cineasta).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de enero de 1987