Pertenezco a una generación que habría que calificar, cuando menos, de "inoportuna". Nazco en 1962. La "década prodigiosa" me cogió a destiempo. Cuando los mayores retozaban en los grandes conciertos de rock, yo aprendía a leer. El tan comentado Mayo del 68 coincidió con mis preparativos para la primera comunión. La muerte de Franco y el inicio de la transición me cogió coincidiendo con mis primeros enamoramientos platónicos. Ahora, con 26 años, he llegado tarde para el plan de empleo juvenil. ¡Para qué seguir...!-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de noviembre de 1988