Los resultados de la futura negociación sobre armas convencionales entre el Pacto de Varsovia y la OTAN tendrán un doble efecto en España. De un lado, será la primera vez en que España se verá directamente involucrada en un proceso de disminución del número de armas en Europa. De otro, será una importante ocasión para discutir, tanto en foros nacionales como internacionales, cuál debe ser el papel del Ejército de Tierra, hoy en pleno proceso de modernización.
La transformación en unidades de defensa de una estructura concebida durante la dictadura como un ejército de ocupación y control del propio territorio ha coincidido, además, con la integración española en la OTAN y, por tanto, con el análisis de la misión que puede desempeñar el Ejército de Tierra en las misiones aliadas.
Misiones de tierra
Con respecto a las misiones de la propia defensa nacional, no son pocos los que restan valor a un Ejército de Tierra con escasos medios para desplazarse al norte de África y defender allí posiciones hipotéticamente en peligro. En cuanto a la OTAN, los mando; aliados se han interesado en el papel que pueden dese npeñar la Armada y la Fuerza Aérea, pero en tierra sólo parecen observar la utilidad que podría tener una fuerza de intervención rápida (FIR) con capacidad de desplazarse como refuerzo a cualquier zona y, en menor, medida, las unidades encargadas de controlar y preserva r la Península como zona de retaguardia.En uno y otro caso, la presencia de unidades acorazados es puesta en entredicho, en España y en el exterior, pese a la opinión contraria de los mandos militares españoles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de enero de 1989