En primer lugar, quisiera felicitarle por sus dos editoriales sobre los hechos del estadio Olímpico de Barcelona. Creo que han sabido interpretar lo que piensa un amplio sector de la opinión pública de este país, en el que me incluyo.Pero me permito señalar que no debería pasar por alto en sus análisis la conducta del señor Roca. Domina el arte de la tergiversación. Es capaz de decir impertérritamente blanco hoy lo que ayer fuera negro, y viceversa. Hasta cuándo gente así va a abusar de nuestra paciencia: ¿fueron o no fueron los cachorros de Convergència los instigadores y copartícipes de la sonora pitada del 8 de septiembre, señor Roca? Tengo entendido que usted ha dicho que estaban y no estaban en el estadio. ¿En qué quedamos?
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de septiembre de 1989