Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
CARTAS AL DIRECTOR

Radio apaleada

Santa Cruz de la Palma, islas Canarias.

Con estupor, rabia e indignación nos enteramos de la forzada dimisión del equipo que realizaba el programa Caravana de hormigas en Radio 3, de RNE. ¿Qué número hacen estos profesionales de la comunicación en la serie de non gratos, desplazados, amordazados..., en definitiva, simplemente no adictos a la PSOEína?Señor Solana-señor González: contrariamente a lo que sucede en la mayoría de la programación radiofónica de este país, Caravana de hormigas ha sido siempre un programa creativo, lúdico, participativo, irónico y crítico, para fortuna de nosotros, oyentes compañeros de viaje y tantas veces participantes. ¿Qué pasó? ¿A ustedes no les basta con la repetida y nunca acabada supresión de las radios libres?

¿No se han quedado conformes con la progresiva light-ización de Radio 3 de RNE?

A esta emisora, que -oh paradoja cruel- pertenece a la radio pública, comenzaron ustedes a clavarle espinas allá por los prolegómenos del referéndum sobre la OTAN. ¡Pero si a pesar de sus confabulaciones con Satán ustedes ganaron! Después vino aquello de modernizar los informativos, porque según el señor director de RNE eran informativos estilo Mayo del 68. Vale.

Señor Solana-señor González: ¿por qué no presentan ustedes directamente sus informativos y así evitan el excesivo gasto en filtros acumulado por la radio pública en estos años? ¡Basta ya! ¡Estamos hartos de desinformación y más de que nos desinformen con filtros pagados con nuestro dinero de contribuyentes! ¡Basta ya de expulsiones, exilios, dimisiones... de profesionales honestos y capaces!

Nuestra solidaridad con los profesionales de Radio 3 de RNE, que todavía siguen haciendo una radio diferente, crítica y participativa. En estos momentos, con un apoyo especial a Juan Ignacio Francia, Jesús Beltrán y todo el equipo de Caravana de hormigas.

Señor Solana-señor González: la idiotización del ciudadano a través de los medios de comunicación no se recoge en nuestra Constitución, y la pretensión de fosilizar a la opinión ciudadana desde la radio y la televisión públicas puede ser constitutivo de delito. ¿Hasta cuándo?-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de octubre de 1989