Matilde Fernández, ministra de Asuntos Sociales, que se hizo esperar dos horas en su visita a la localidad de Unquera (Cantabria), adonde llegó para participar en la campaña electoral, escuchó en el mercadillo local los reproches de un ganadero porque en el reparto de claveles rojos que estaba realizando él no era tenido en cuenta. Al instante, preguntó a Matidel Fernández sobre su estado civil, y al manifestarle ésta su soltería el lugareño sonrió: "¡Hombre, qué bien, lo mismo que yo. Acaso nos podemos arreglar!", a lo que la ministra, sin perder su habitual sonrisa, respondió: "No son horas para echarme los tejos".-
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de octubre de 1989