Ramón Mendoza ha desaparecido. Tras la dura semana vivida con las derrotas ante el Milán y la Real Sociedad, luego de temblar los cimientos de la Casa Blanca con la mayor fuerza de los últimos tiempos, trata que las aguas se calmen -no le queda otro remedio-, y espera acontecimientos. Ayer mismo quería irse de Madrid, perderse.El margen de silencio, salvo fugas y sorpresas, se mantendrá no sólo tras el derby de hoy, sino hasta el sábado, después del partido contra el Athlétic de Bilbao. Porque la enfermedad crónica madridista es de Copas, pero ya ha habido contagio de Liga, confirmado bajo el diluvio de Atocha. La terapéutica requerida parece ser ya general.
Mendoza, mientras tanto, hace de tripas corazón y prefiere agarrarse a que pronto volverán las alegrías. Tampoco quiere echar broncas. "No hay más cera que la. que arde" es su frase favorita ahora. El Milán, claro, quemó otra vez la mayor parte de la vela y ante la enésima frustración europea, cuando ya los éxitos nacionales no servirán más que para cumplir, sin compensar nunca el fracaso de su gran norte, sólo le queda no agrandar la herida en su ya única guerra casera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de noviembre de 1989