El ambiente de los mercados de valores se está enrareciendo día a día, y no hacían falta las declaraciones del ministro de Economía para que los inversores se lanzaran a vender sus acciones o desistieran de comprar, ya, que Wall Street les había enviado el mismo mensaje en la tarde anterior y, hoy por hoy, en las bolsas tiene más eco la evolución de aquel mercado que un planteamiento teórico sobre el futuro. No hay que olvidar, además, que las bolsas tienen pendiente un recorte que se tapó que ha obligado a los inversores a actuar con las máximas precauciones, lo que se ha traducido en un retroceso importante de las órdenes de compra.
Desde primeras horas de la mañana se vivió un ambiente que era una clara continuación del que impuso un severo recorte en la tarde anterior, con unos corros totalmente inactivos y un mercado continuo que abrió a la baja sin ningún tipo de reservas. El volumen negociado se encuentra en los niveles más bajos del año, y es de esperar que, si nada cambia, continúe descendiendo, puesto que la mayoría de las órdenes llevan el signo vendedor.
El sector bancario, para el que llega papel del extranjero, terminó confirmando los temores de los inversores, y la mayoría de sus componentes acusaron una abultada presencia de papel. Por otra parte, una nueva suspensión de contratación, esta vez de Ebro, debido al cambio de su valor nominal desde 700 a 100 pesetas, y por no haber cumplido los requisitos para la admisión de acciones nuevas, lo que aumentó la sensación de vacío.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de noviembre de 1989