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Tribuna:

Mejor cuanto más quietos

El mercado de valores madrileño permaneció ayer expectante, sin definir tendencia, en un compás de espera soporífero que ha situado en mínimos el volumen de negocio en el parqué y en el mercado continuo. Las instituciones, cuya actuación se traduce en una contratación más viva y abultada, permanecen estáticas. Falta dinero activo y sólo un número reducido de sociedades de los sectores alimentario y siderometalúrgico atrajeron órdenes de compra a la búsqueda de oportunidades a corto plazo. El mar de fondo en el sector bancario, a pocas fechas de su debut en el ordenador -factor muy a tener en cuenta a la hora de analizar el nivel de cotizaciones-, ha contribuido al descenso generalizado de los precios y a la presencia de un papel insistente.El dinero, que no se caracteriza por un valor ciego, tiene muy en cuenta factores sociopolíticos y económicos en discusión y ha apostado por la quietud. Con un panorama internacional incierto, el mercado continuo, en la segunda parte de la jornada, sólo sirvió para mejorar ligeramente los precios en el sector eléctrico y en el químico y textil. Eso sí, el indicador general ganó unas centésimas respecto a la mañana. En la calma chicha, sólo operaciones muy concretas rompieron la monotonía. Fue el caso de los 900.000 títulos de Ebro negociados en Barcelona por la sociedad Beta Bolsa, la doble publicación, en diciembre y en enero, de una operación por importe de más de 8.000 millones de pesetas con títulos del Banco de Desarrollo o las 619.000 acciones de Torras negociadas en la jornada.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de enero de 1990