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CARTAS AL DIRECTOR

Modelo sueco

Cuando la Administración nos ha aleccionado a contribuir a la Hacienda pública no ha dudado en poner como punto de referencia al pueblo sueco, por su conciencia social y grado de civismo, dignos del mayor respeto. Verdaderamente, el pueblo sueco conoce, vive y respeta la democracia. En estos días ha dado claras pruebas de ello su primer ministro, que ha presentado la dimisión por no haberse aprobado en el Parlamento un plan austero de medidas tendentes a mejorar la situación económica en el país.

Esta actitud, impregnada de ética y respeto, es digna de ser imitada por los dirigentes de otros países, como el nuestro, que aún ignoran estos conceptos.

Una vez más hemos de tener en cuenta el modelo sueco, pero el enfoque va dirigido a algunos políticos que con tal de permanecer en el poder desprecian esas virtudes tan necesarias como la ética y el respeto a la sociedad a las que se deben en razón de sus cargos-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de febrero de 1990