Para el lector que vive fuera de Madrid, una parte de las informaciones de su periódico (y quizá más de las televisiones, en especial A-3) están absolutamente fuera de contexto: reportajes sobre la conflictividad social, cuando en tu ciudad no hay huelga de basuras ni de autobuses; estudio sobre la conveniencia de dar vacaciones escolares, para aliviar un trimestre que en tu comunidad está plagado de fiestas; referencias a lugares que son significativos para los madrileños, pero no para el resto de los españoles, sin dar aclaraciones (¿sabría mucha gente lo que quiero dar a entender si hablo de Cánovas, La Coma, El Mareny?, ¿en cuál se toman copas?)...No es que sus periodistas olviden informar de otras regiones, sino algo más grave y sutil: que consideren que el pulso del país es el pulso de Madrid, que infieran que las quejas que oyen en el autobús son las mismas que se oyen en todos los autobuses de España, que piensen que todos estamos afectados por problemas que sólo son locales.
Porque eso crea un estado de opinión, y un ministro, harto de oír lo mal que está la carretera para ir de Madrid a Alicante, puede decidir convertirla en una flamente autopista, en vez de mejorar otra que haga más falta a los alicantinos, o un turolense al salir a la calle puede estar muy contento de que no sean tan graves como había leído los problemas de tráfico, contaminación o masificación universitaria, sin darse cuenta de que los de su ciudad son otros, casi tan distintos de aquéllos como la importancia que se da a unos y otros en los medios de comunicación.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de julio de 1990