ENVIADO ESPECIALEl presidente de la República de Croacia, el nacionalista Franjo Tudman, fue recibido en la ceremonia de inauguración de los Europeos de atletismo entre vítores por un coro de 40.000 almas. "¡Franjo!, ¡Franjo!, ¡Franjo!", tronaba el graderío entre el desconcierto de algunos españoles desprevenidos o con dificultades para distinguir algunas consonantes.
Franjo Tudman -un hombre lustroso, de pelo cano, acorazado en la solanera con un traje blanco- sonrió satisfecho ante el fervor nacionalista que mostraron abiertamente los asistentes a la inauguración de los campeonatos de Europa de atletismo.
En el estadio sólo se observaba una bandera nacional yugoslava, con su estrella roja de cinco puntas. La enseña era una más entre las 33 del resto de Europa que colgaban de la cornisa de una de las viseras del estadio Poljud.
La tarde tuvo un fuerte latido croata. El enfrentamiento con la comunidad serbia, mayoritaria en el resto del Estado, pero en minoría en esta parte de Dalmacia, es visceral. Todos los símbolos visibles estaban adornados con el escudo de Croacia.
En los discursos oficiales no hubo referencia alguna a Yugoslavia. De hecho, los únicos pitidos que se escucharon fueron dedicados al desfile de la delegación de atletas yugoslavos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de agosto de 1990