Responde el comandante Keirsey, de la 82ª División Aerotransportada, a una pregunta: "Yo lo arreglaría pronto. Si nos atacan con un misil con cabeza química, responderla con uno nuclear, y se acabó". Así es, se acabó. Irak, regado por el, Tigris y el Éufrates, se acabó. Y quién sabe si sólo para ti o para muchos más. El ser humano avanza en su carrera hacia el Olimpo y ya muy pronto seremos dioses. Mosca, si me molestas, te mato. No responsabilicemos a la máquina militar solamente. A más de uno -a muchos-, si le dieran el mágico poder para ello, le encantaría llevar a cabo la frase, en apariencia inocente, "¡te voy a matar!". Si este granito me molesta, lo hago desaparecer, y listo. Quién tuviera poder... Tanta cultura y civilización quizá sólo oculten la ver-Pasa a la página siguiente
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güenza de una mísera condición humana. Porque, por fortuna, el carro de combate, desde su altura, no permite ver los destrozos que causa. Perdona, pero aguanta. Y si todos corremos desaforadamente puede que sea, en el fondo, para escapar de lo mismo: nosotros,- N. Díaz Martínez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de septiembre de 1990