Teólogos como Hans Küng, Edward Schillebeeckx, Leonardo Boff o Gustavo Gutiérrez, nombres célebres por sus opiniones discordantes con la sintonía que reina en la cúpula de la Iglesia católica, se dan cita esta semana en el congreso internacional de teología que, bajo los auspicios de la revista Concilium, se celebra en Lovaina (Bélgica).
Con estas actividades, la revista quiere conmemorar sus 25 años de existencia como una publicación que, después de ser fundada e inspirada bajo los vientos renovadores del Concilio Vaticano II, con el paso de los años se ha convertido en refugio de teólogos que no están muy bien vistos en Roma.Los cimientos de la revista fueron puestos en 1962 por Karl Rhaner, Hans Küng, Edward Schillebeeckx e Yves Congar. Sin embargo, hasta 1965 no comenzó a aparecer de manera periódica esta publicación en siete lenguas. Cuando Concilium iba a ser presentada en Roma se vio precedida de un anuncio que corría por los medios eclesiales: "En este número colaboran muchos clérigos prominentes y algunos laicos menos prominentes, junto con varios renegados y herejes declarados, cismáticos y condenados, y también humanistas".
El anuncio fue como una profecía. Aunque algunos de sus fundadores va han fallecido, otros como Schillebbeckx o Küng han tenido no pocos problemas con la jerarquía romana. El primero de ellos ha debido responder de algunas de sus posiciones ante la Congregación para la Doctrina de la Fe. El segundo tiene suspendida la venia docente en la sección religiosa de la universidad alemana de Turinga por sus conocidos y polémicos puntos de vista sobre, entre otras cosas, la infalibilidad del Papa. Ellos van a ser dos de los ponentes deteste congreso que reunirá a casi 200 participantes, entre quienes figuran importantes teólogos progresistas católicos. Las sesiones se celebran unos meses después de que el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, hiciera público el documento sobre la vocación eclesial de los teólogos.
El texto en cuestión limita la libertad de los teólogos al no permitirles expresar públicamente sus puntos de vista en caso de que éstos no sean coincidentes con los de la jerarquía eclesiástica. Además de este aliciente, el congreso cobra especial importancia ya que desde hace años no se reunían tantas personalidades de la vida eclesial en unas sesiones que tienen como objetivo estudiar la situación actual de la Iglesia y del mundo bajo el lema En el umbral del tercer milenio.
El congreso prevé una reflexión y debate sobre las posibilidades que se encierran en la historia del cristianismo, tanto en sus aspectos liberadores como en los que no lo son, según Antoine van Ben Boogaard, presidente de la Fundación. Asimismo, se analizarán los síntomas de renovación del cristianismo actual.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de septiembre de 1990