El secretario de Estado norteamericano, James Baker, anunció ayer en Pekín que, tras arduas y largas negociaciones, había conseguido acuerdos con China sobre proliferación armamentista, comercio y trabajos carcelarios, pero que no estaba satisfecho con la forma en que se habían desarrollado las discusiones sobre derechos humanos. Baker insistió en que su visita no significa que vayan a normalizarse las relaciones bilaterales.
Tras posponer su partida prevista para el sábado y mantener ayer una nueva ronda de discusiones con su colega chino, Qian Qichen, Baker manifestó que su visita ha conseguido "claros logros en los campos de la proliferación armamentista y del comercio". No obstante, estos escasos logros se vieron ensombrecidos con la detención de Dai Qing, una periodista y defensora de los derechos humanos a la que las autoridades parecían querer impedir que se entrevistara con Baker.Baker trató de quitar tráscendencia al balance de su visita, que se consideraba crítica para las deterioradas relaciones chino-norteamericanas. "No esperaba conseguir resultados espectaculares", dijo. "Las diferencias son demasiado profundas". China se ha comprometido a acceder al Régimen de Control de Tecnología de Misiles, si EE UU levanta algunas sanciones, y a no enviar a EE UU productos fabricados por presos. También ha informado sobre 800 disidentes por quienes se interesaba Washington.
Baker dijo que los derechos humanos constituyeron el grueso de sus discusiones y que hizo saber a los chinos que una mejora en ese campo es imprescincible para que mejoren las relaciones mutuas. "Hemos abierto un proceso y si falla no será por culpa nuestra", sentenció.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de noviembre de 1991