Quisiéramos aprovechar las páginas de su periódico para agradecer personalmente el comportamiento que Renfe tuvo con nosotros cuando por despiste, aderezado por la inquietud de no perder el tren con destino Zaragoza-Madrid, subimos en un tren que se dirigía a Barcelona. Tranquilizados por haber podido tomar el tren a tiempo, nuestro corazón volvía a acelerarse desenfrenadamente cuando el revisor nos confirmó nuestra confusión.Desde ese preciso momento, el coordinador del tren y todo el equipo de Renfe de las estaciones de El Portillo y Zaragoza se pusieron a nuestra disposición para solucionar nuestra equivocación. A 70 kilómetros de Zaragoza, buscaron un taxi que nos trasladara de nuevo a esta capital y desde ahí tomar el siguiente tren con destino a Madrid, sin que ello supusiera ningún gasto adicional por nuestra cuenta.
Una nota más de profundo agradecimiento no sólo por la solución del problema, sino por el trato cordial que en todo momento nos dispensaron. Sabemos por experiencias propias y ajenas que Renfe hace muchas cosas mal, pero hemos comprobado que las que hace bien, las hace muy bien.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de abril de 1992