El Gobierno sueco de centro-derecha que preside Carl Bildt salió airoso ayer de una votación en el Parlamento sobre la política económica. El resultado -172 votos a favor, 154 en contra y 23 abstenciones- no elimina, sin embargo, el riesgo de que una nueva crisis pueda plantearse en cualquier momento. El Parlamento deberá pronunciarse la próxima semana sobre una propuesta que rebaja las compensaciones del seguro de paro, de la que Bildt hará también una cuestión de confianza. Los socialdemócratas están en contra, y si el partido Nueva Democracia (derecha populista), que vincula esa propuesta con una propia de rebaja del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), no resuelve apoyar al Gobierno, la opción de elecciones anticipadas volverá a plantearse.
La coalición de partidos burgueses, que sustituyó en el Gobierno a la socialdemocracia en las elecciones de 1991, no tiene mayoría en el Parlamento, y hasta ahora ha sido dependiente de acuerdos parciales con los socialdemócratas o del apoyo de Nueva Democracia. Un apoyo éste que nadie desea, pese a que existen muchos puntos de coincidencia, porque se considera a este partido como una expresión del populismo de extrema derecha surgido en los últimos años.
Sin una estructura partidaria orgánica, Nueva Democracia surgió pocos meses antes de las elecciones por el acuerdo de dos personas y obtuvo un éxito electoral sorprendente, con votos que provenían en buena medida del Partido Conservador. El nuevo intruso no sólo no fue invitado a sumarse al Gobierno de centro-derecha, sino que algunos líderes de los partidos de la coalición, el liberal y el del centro, declararon incompatible su permanencia en el Gobierno con tal compañía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de marzo de 1993