Las dos fuerzas que se disputan el poder en Rusia -el presidente y el Parlamento- aguzaban ayer sus aceros ante la trascendental reunión del Congreso de los Diputados que hoy debatirá si destituye a Borís Yeltsin, acusado de violar la Constitución.El líder del Kremlin, en un dramático mensaje por televisión, advirtió ayer que "una decisión histórica errónea" -su destitución- sumiría al pueblo "en la vorágine del enfrentamiento".
Ruslán Jasbulátov, presidente del Sóviet Supremo, señaló que no desea el juicio político a Yeltsin. Sin embargo, añadió otra acusación contra él: que ha puesto la política exterior rusa "bajo la completa influencia de Occidente".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de marzo de 1993