El franco ha demostrado su solidez al resistir muy bien el corto periodo en que Francia tuvo tipos de interés más bajos que los alemanes. Durante semana han tenido un tipo de Interés de intervención inferior al al un 7%, después de nueve descensos en algo más de dos meses. Pero el Gobierno y el Banco de Francia sabían que no podían ir mucho más lejos hasta que Alemania se decidiera a abaratar de nuevo el precio del dinero. Por eso acogieron ayer como agua de mayo la decisión del aunque ayer no tocaron sus tipos.
El Gobierno de Edouard Balladur hubiera preferido que el gesto alemán no se realizara unilateralmente, sino en el marco de una acción concertada con Francia. Pero los alemanes rechazaron indignados esa iniciativa.En cualquier caso, Francia puede ahora continuar el movimiento de gradual descenso de sus tipos que ha caracterizado los tres meses de gestión gubernamental de Balladur. La fortaleza de su moneda y la baja inflación, dos herencias socialistas, se lo permiten; la atonía de la demanda y la inversión lo reclama.
Para intentar reactivar la economía y desacelerar el crecimiento del paro, Balladur tiene depositadas casi todas sus esperanzas en la aligeración del crédito.
Sobre Balladur pesa la sombra de lo que en Francia se está dando en llamar "la otra política". Lo grave para el primer ministro es que la primera voz que ha sonado alto y claro criticando su política económica y exigiendo un cambio radical ha sido la de un correligionario, el presidente gaullista de la Asamblea Nacional, Philippe Séguin. En su opinión, lo que Francia debería hacer es salir del SME y practicar, como estan haciendo los británicos, una política de "devaluación competitiva". Un franco devaluado permitiría reducir al máximo los tipos de interés, lo que estimularía el consumo, la inversión, la creación de empleo y fomentaría también la exportación.
Una fracción minoritaria pero importante del empresariado francés aplaude a Séguin. Jacques Calvet, el patrón de Peugeot, lidera este "partido de la devaluación". En este debate, que será temporalmente apaciguado por la decisión adoptada ayer por el Bundesbank, ha surgido una "tercera vía". El centrista Raymond Barre no pone en cuestión la defensa del franco de Balladur, pero afirma que éste se equivoca al situar la reducción del déficit presupuestario en el centro de su política económica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de julio de 1993