José Carlos O. J., de 43 años, no sólo estafó un millón a una empresa de transportes, sino que para ello detectó una irregularidad fiscal en sus cuentas. El timador, funcionario en excedencia de la Administración de Loterías, acudió la semana pasada a la empresa citada y allí se acreditó como inspector de Hacienda. Pidió los libros de contabilidad y después de examinarlos durante tres horas advirtió al responsable de la compañía que había descubierto irregularidades tributarías.José Carlos pidió entonces un millón de pesetas a cuenta de la posterior liquidación para así evitar el precinto inmediato de las instalaciones. La empresa, imbuida del común temor a Hacienda, no dudó en entregar un cheque por esa cantidad al inspector. En el banco, éste hizo efectivo el talón, después de obtener la conformidad de la empresa.
El responsable de la firma, escamado pese a todo, indagó en la Delegación de Hacienda: allí, José Carlos era un desconocido. Denunció el timo en la comisaría de Retiro, y el miércoles el Grupo II de Delincuencia Ciudadana localizó al supuesto estafador en su domicilio de la calle de Cantalejos (Fuencarral). Se había ausentado unos días de la casa, y el millón lo había ingresado en la cuenta de su compañera. José Carlos pasó ayer a disposición judicial.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de julio de 1993