Juan Carlos I, rey de España, deambuló ayer solo por la selva urbana de Nueva York. Entre la nube de personas que cada día cruza a la una y media de la tarde la Madison Avenue entre las calles 55 y 59, una de las zonas más visitadas de la gran urbe norteamericana, se encontraba ayer un peatón distinguido pero perfectamente camuflado en la enloquecedora actividad de Manhattan: el rey Juan Carlos. Después de haber inaugurado la noche anterior la exposición de Joan Miró en el Museo de Arte Moderno, el Monarca salió ayer a pasear solo, discretamente seguido por unos guardaespaldas, por la avenida donde se concentran las principales tiendas de moda de la ciudad. Como uno más de los que cada día sobrevive en este monstruo urbano, el jefe del Estado español tuvo que protegerse de los veloces transeúntes en sentido contrario, sortear las embarradas obras de las aceras y zafarse de la permanente amenaza de los despiadados taxistas. Probablemente éste sea uno de los pocos rincones del mundo donde el rey de España puede caminar por las calles sin que la gente, concentrada en sus negocios, sus ambiciones y sus traumas, repare en él. También es verdad que don Juan Carlos tuvo suerte de que éste no sea uno de los meses en los que, antes de la crisis económica, Nueva York se llenaba de españoles. El Rey, que se encuentra en Estados Unidos en visita privada, viajará hoy sábado a Washington para reunirse con su hijo, el príncipe Felipe, que cursa sus estudios en la Universidad de Georgetown.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de octubre de 1993