El gobierno municipal pidió el pasado mes a los vecinos de Madrid que no den de comer a las palomas, porque ya hay muchas y sus deposiciones provocan, por su composición química, microfisuras en edificios y monumentos. Sin embargo, el 75% de la dieta de estas aves les sigue siendo repartido por madrileños corno la mujer de la foto, tomada en la plaza de Santa Ana. Pero la gente caritativa no debe preocuparse: aún no está mandado del todo que las palomas se mueran de hambre. Tal vez antes se les esconderá en el grano algún anticonceptivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 16 de octubre de 1993