La coalición gubernamental japonesa encabezada por un primer ministro que prometio dimitir si fracasaba en su ofensiva contra la corrupción y la estafa electoral, enfrenta esta semana uno de los tramos más comprometidos de sus cinco meses en el poder.Las reformas que arduamente defiende el jefe de Gobierno, Morihiro Hosokawa, cuyo enunciado convocó a un electorado engañado durante décadas, serán sometidas en los próximos días a votaciones de incierto resultado.
Hosokawa teme que, en el peor de los casos, naufraguen las propuestas políticas más ambiciosas de toda la posguerra y con ellas la alianza que acabó con 38 años consecutivos de administración conservadora.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de enero de 1994