Thor se pasea todos los días muy ufano por la calle de Pablo Neruda, en Vallecas. Su chalé en Madrid sur, fabricado en materiales nobles y con un jardín en la parte posterior, le hace sentirse muy orgulloso. Un sentimiento muy humano en una vida de perro. Es lógico, él no tiene que aguantar a los ruidosos vecinos de los bloques de casas. Y además, las farolas quedan así mucho más cerca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de febrero de 1994