El mayor horno de la Comunidad de Madrid encenderá sus motores dentro de cinco meses, pero no se ha decidido el destino de las 15.000 toneladas de cenizas que generará cada año. Las obras de construcción de la in cineradora de la Planta de Tratamiento Integral de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) de Valdemingómez están muy avanzadas y, a partir de finales de año, 600 toneladas de basura -de las 4.000 que genera la capital expiarán sus culpas en su interior cada día. Estos detritos ' mueren aquí, pero sus cenizas son motivo de polémica y, en opinión de muchos, un peligro mayor.El fundamento de la incineradora es sencillo: quema los residuos utilizándolos como combustible, y los gases calientes son aprovechados para generar electricidad. Pero hasta que se prenda la cerilla, el ciclo de la basura de Valdemingómez no estará cerrado., La planta de tratamiento -Comenzó su andadura hace un año. A partir de la basura, ya se producen 200 toneladas diarias de compost (abono a base de restos de alimentos y mate rias vegetales) y se extrae el vi drio, el papel, el metal y algunos tipos de plástico. Por la puerta de Tirmadrid, donde trabajan unas 100 personas, entran diariamente las 1.200 toneladas de detritos previstas -el Ayuntamiento paga 1.753 pesetas por tonelada hospeda da-. Pero las 600 toneladas de desecho que. deberían ser in moladas acaban en el basurero más grande de la región. Sale caro: por cada tonelada arrojada al vertedero de Valdemingómez, Tirmadrid paga 1.100 pesetas, las mismas que paga el Ayuntamiento por arrojar directamente las 2.800 toneladas restantes de las que se recogen en las calles de Madrid. El horno, una vez prendido, caldeará también la caja registradora: se ahorrará, al no ver ter tanto desecho, y además, se pasará a cobrar 2.810 pesetas por cada tonelada tratada. Este moderno crematorio de cadáveres del consumo consta en realidad de tres hornos en paralelo. En su interior la basura se hunde, junto a agentes neutralizantes de la acidez, en arena (buena transmisora del calor) que se remueve para una óptima combustión. La arena, en circuito cerrado, se extrae del horno para filtrar las escorias. Los gases de combustión se hacen pasar por una caldera que calienta vapor para generar electricidad. Producirá la energía suficiente para hacer funcionar una pequeña ciudad de 60.000 habitantes: 26 megavatios, tres de los cuales son consumidos en la mísma planta incineradora. Los humos seguirán su camino hacia la libertad, pero antes de alcanzar la chimenea tendrán que pagar peaje en tres filtros distintos. "El humo, de límpio, podría inyectarse en el aire acondicionado de un hospital" ilustra Llorente.
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El humo que salga por la chimenea, tradicional protagonista de la polémica que generan las incineradoras, no es lo que más preocupa a la Agencia del Medio Ambiente. Arturo Gonzalo Aizpiri, su director, asegura que con la tecnología actual se puede conseguir que los gases de escape cumplan las medidas de control más exigentes. "Pero el hollín que recogen los filtros es, por definición, peligroso", afirma. Las cenizas, recuerda Gonzalo Aizpiri, "tienen que ser analizadas y ser inertes para ir a parar a un depósito controlado". La Comunidad sólo puede gestionar 20.000 toneladas anuales de este tipo de residuos en su depósito de San Fernando de Henares. Tirmadrid tiene que buscar otro destino, ahora inexistente.El director general de la planta, Eduardo Llorente no cree que todas las cenizas que se van a generar sean peligrosas: "Sólo se va a quemar el material rechazado en operaciones de separación previas", asegura, "no arde.. pilas, ni baterías, ni residuos quirúrgicos, ni materia orgánica".
Llorente destaca que la planta de Valdemingómez multiplica por 10 la vida media de un vertedero, porque reduce hasta el 10% el peso de residuos. El rendimiento de la incineradora sin contar las operaciones de reciclaje, es menor: además de las cenizas (6%-9%) produce un 20% de residuos, entre escorias y lo que se extrae cuando hay una parada técnica de la planta. Estos residuos no están catalogados como peligrosos.La inmundicia es negocio
La incineradora ha fundido el 70% de los 14.000 millones que cuesta esta planta de tratamiento integral, situada en las cercanías del vertedero de Valdemingómez. Dragados y Construcciones, que consiguió la adjudicación del concurso en 1990, conserva el 55% del capital de Tirmadrid y el resto de la inversión se financia a partes iguales (15%) por dos eléctricas, Unión Fenosa y Unisolar (del grupo Endesa), y por ABT, empresa licenciataria de la tecnología del horno.
. Molesto por las críticas, el director afirma que se asusta a la opinión pública "con cuentos de mujeres con cáncer o de niños con dos cabezas". Asegura que la incineradora es la solución del problema: "La recogida selectiva y el reciclaje pueden ser la solución a largo plazo, pero ahora lo mejor es la incineración".
Llorente dice que Tirmadrid está estudiando la inertización y encapsulado de las cenizas mediante la agregación de cemento y otros aditivos, sin que haya nada decidido: "En muchos países se utilizan estos productos para relleno en obras de la construcción o como base para las carreteras". Pero tampoco descarta que se lleven a un vertedero de seguridad.
Pero 15.000 toneladas de cenizas no son la pavesa de un cigarrillo y las facturas se pueden disparar. Colocar una tonelada en un deposito de residuos tóxicos y peligrosos ronda las 5.000 pesetas y construir un cenicero gigante tampoco sale barato. Además, los papeleos para conseguir la declaración de impacto, medioambiental de esta estructura pueden demorar su puesta en servicio muchos meses.
Alejandro López-Cortijo, director del Instituto Ibérico para el Medio Ambiente (IIMA), organización, no gubernamental que realiza informes verdes para la Unión Europea, asegura que ninguna de las siete incinerado ras españolas en activo da el tratamiento adecuado a sus cenizas: "Las arrojan a vertederos con trolados, pero no de seguridad". El experto duda de que haya ce nizas buenas separables de las malas: "La basura no es un pro ducto homogéneo. Si sólo se quemar la papel o sólo raspas de pescado sí que se podrían caracterizar por separado, pero los compuestos tóxicos se concen tran en el horno y se mezclan en todas. cenizas. ¿Cómolas van a separar?"Objeciones verdes
Oliva Núñez, portavoz de Greenpeace, también duda de que el tratamiento de las cenizas evite problemas: "¿Qué pasa a os 20 años con una carretera construida sobre un depósito de cenizas?"
La ofensiva de los ecologistas no es sóto verbal. Han recogido 50.000 firmas para promover la primera ley de iniciativa popular de la región, que prohibiría la incineración. Según Núñez, tanto IU como PSOE estudian elevar esta propuesta al parlamento regional. Y el pasado martes, Greenpeace solicitó la retirada de la subvención de 808 millones concedida al horno por el Ministerio de Industria por fomentar las energias renovables.
Pero el horno también recibe el apoyo de la Unión Europea, en forma neútra subvención de 1,5 millones de ecus (238,5 millones pesetas). No en vano, están aumentando los partidarios de las incineradoras en toda Europa.
El horno recibió otro golpe el pasado 10 de marzo: el Gobierno regional de Joaquín, Leguina anunció formalmente que en los próximos 25 años no se instalará ninguna incineradora en toda la Comunidad.
La concejal de Medio Ambiente de Madrid, Esperanza Aguirre, recuerda que el proyecto se aprobó con el consenso de todos los grupos parlamentarios y advierte que paralizar la planta supondría enormes indemnizaciones para Tirmadrid. Aguirre se muestra satisfecha con "una incineradora dotada de la tecnología más moderna y que no supone ningún peligro para la salud, pues cumple todas las normativas europeas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de mayo de 1994